Código genético, código postal (dato fundamental para enviar una carta por correo y que llegue correctamente a destino), código lingüístico, código morse, código secreto, código libre, Código Civil, códigos electrónicos, códigos solares, códigos de área, códigos jurídicos, códigos de teléfono, código de barras (presente en productos comercializados a diario para individualizarlos)… ¡Qué diversidad de uso y significados presenta la idea de código!

Esta palabra de raíces latinas, según se advierte al consultar el diccionario de la Real Academia Española (RAE), posee múltiples interpretaciones. Gracias a sus numerosos sentidos, por lo tanto, puede aprovecharse en diferentes contextos para hacer alusión a signos, reglas, normas, etc.

Más allá de las alternativas mencionadas líneas arriba, es posible encontrar como opciones al código de señales propio del campo de la Marina que permite a las embarcaciones mantenerse comunicados entre sí y al Código Penal, una expresión tenida en cuenta por los expertos en Derecho para identificar a un texto basado en las penas que corresponden por cada delito cometido.

Asimismo, hay códigos de conducta para ordenar o regir el comportamiento de las personas en el marco de una institución o lugar; códigos fuente que le permiten a los programadores dar las instrucciones necesarias para que un programa sea ejecutado por un ordenador (computadora); códigos alfanuméricos (compuestos por letras y números); códigos de aeropuertos; códigos aduaneros y libros que incluyen la noción en sus títulos, como los casos de “El código secreto de la Biblia” (Michael Drosnin) y “El código Da Vinci” (Dan Brown), por describir otras categorías a modo de referencia.