Varias son las interpretaciones reconocidas de manera oficial para el concepto de dardo.
A nivel general, suele definirse como dardo a la especie de lanza finita y tamaño pequeño que se arroja con la mano hacia un blanco. Hay quienes, por su parte, describen como dardo a los dichos o comentarios con contenidos agresivos o satíricos, mientras que otros aprovechan la noción como sinónimo de mújol (un tipo de pez que habita las aguas del Mediterráneo).
Hay, como se advierte al investigar los alcances de este vocablo, numerosas clases de dardos. Algunos de ellos se utilizan para jugar y competir en dianas. Hay, en este marco, dardos de punta de acero (reservadas para las dianas tradicionales o de pelo), dardos electrónicos o elaborados con puntas de plástico (ideales para dianas electrónicas) y dardos de cerbatana (piezas diminutas, se arrojan a una distancia mayor respecto a las opciones anteriores).
Cuando se trata de un arma capaz de mantener, por cierto tiempo y distancia, un vuelo estable, se hace alusión a proyectiles similares a las jabalinas pero con plumas en la cola para estabilizar y flexibilizar el lanzamiento, a otros que tienen una punta de hierro y fueron utilizadas entre la Edad de Bronce y la época medieval y a un arma muy popular durante la Edad de Piedra que se basa en una piedra con mucho filo.
Un último dato sobre esta palabra: también se pueden encontrar personas bautizadas con el nombre de Dardo, como ha ocurrido con el político, docente y periodista argentino Dardo Rocha (cuyo nombre real era Juan José Carlos Jacinto Dardo Rocha y Arana).