El cemento (término derivado del latín cementum) es una mezcla que se forma con arcilla y materiales calcáreos y que al ser combinada con agua se solidifica y endurece. Desde el plano de la anatomía, en cambio, el concepto define al tejido óseo que cubre el marfil en la raíz de los dientes de los vertebrados.
Como no existe una única clase de cemento, a lo largo de la historia se han establecido distintos nombres para hacer referencia a este material empleado con frecuencia en construcción e ingeniería civil en función de sus orígenes, particularidades y usos.
El cemento de Portland, por ejemplo, es una mezcla hidráulica que ha sido bautizada así por su color, que es similar al de las piedras que se hallan en las canteras inglesas de Portland. Hay, a su vez, variantes especiales dentro de la opción del Portland, como el Portland férrico, los cementos blancos y los cementos de mezclas.
Por su parte, el cemento real es una pasta que se forma con cuatro partes de arcilla seca, una de caparrosa y otra de sal marina. Servía a plateros y orífices para los apartados del oro.
También existe el cemento asfáltico que se utiliza como aglomerante para la construcción de carreteras, autopistas y/o autovías, el cemento de aluminato de calcio, el cemento aluminoso, el cemento de fraguado rápido y el cemento siderúrgico.
Asimismo, se puede destacar que el cemento puede tener origen arcilloso o bien origen puzolánico (la puzolana, a su vez, puede tener orígenes orgánicos o volcánicos).