Desde hace mucho tiempo se utiliza el concepto de cédula para hacer alusión a distintas documentaciones. Hoy en día, la más común es la cédula o tarjeta de identidad o de ciudadanía, un documento expedido de manera oficial de carácter personal que permite identificar a cada individuo.
De otras épocas son las cédulas ante diem (generadas para convocar a una reunión de vecinos), las cédulas de abono (surgidas frente al perdón de deudas al pueblo por parte de un rey), las cédulas de preeminencias (se concedían a trabajadores que, por enfermedad u otras causas, no podían continuar con sus actividades) y la Real Cédula (un despacho del rey que deja constancia de una merced, subvención o de la toma de una providencia), por mencionar algunas a modo de referencia.
Al analizar con más profundidad el alcance de esta noción, también se advierte que hay aplicaciones en el campo de la religión (cédulas de comunión o confesión), en el plano bancario (como las cédulas bancarias) y en el ámbito del Derecho (donde adquieren relevancia la cédula hipotecaria y la cédula testamentaria, por ejemplo).
Asimismo, es posible encontrar otras alternativas de uso, como ocurre con las cédulas profesionales (documento que le sirve a alguien como habilitación o respaldo para llevar adelante su profesión), las cédulas de cambio (o letra de cambio), las cédulas de diligencias (habilitan a un juez para el inicio de una investigación o averiguación) y las cédulas de indulto (documento que legitima la modificación de una pena ya impuesta a un reo), por describir otras a modo orientativo.