Una carta (papel escrito que puede entregarse en persona o enviarse en sobre cerrado por correo postal) puede elaborarse en distintos ámbitos y con múltiples propósitos. Entre las más formales que pueden existir, como sabrán muchos de ustedes, están las cartas comerciales, unas misivas que sirven de medio de comunicación entre distintas compañías o bien entre una firma y un particular.
Estas cartas suelen tener contenidos confidenciales y oficiales, pero no siempre reúnen las mismas características en materia de estructura y finalidad. Por esa razón, a continuación destacaremos sus particularidades y detallaremos sus diversas modalidades.
Una carta comercial, si está confeccionada de manera correcta, siempre lleva encabezado, cuerpo y cierre, un lenguaje formal y espacios y márgenes específicos. Entre los datos y desarrollos que no pueden faltar aparecen el lugar y fecha del mensaje, la dirección del destinatario, un saludo introductorio, una descripción puntual del motivo de la misiva, una conclusión, un saludo de despedida, la firma del emisor, su nombre y cargo.
Si bien, como indicamos líneas arriba, una carta comercial puede surgir por varias razones, es habitual que se formulen y envíen para lograr operaciones conjuntas entre dos empresas, realizar reclamos, solicitar de un modo formal alguna oferta o, simplemente, para pedir una información determinada.
Así, entonces, se puede dividir a las cartas comerciales como de compra-venta, de reclamaciones, de acuse de recibo, de solicitud de empleo, de presentación de un proyecto, de interés en materia de publicidad, de solicitud de información y de ofertas, entre otras categorías.