Tanto la acción como el efecto de blindar (es decir, de utilizar diversos materiales para proteger exteriormente de balas, fuego o explosivos a sitios u objetos) se denomina blindaje.

Como no todas las superficies a resguardar son iguales ni siempre se busca la misma clase de protección, se han establecido a lo largo del tiempo distintas variedades de blindaje para cubrir con ellas todo tipo de requerimiento al respecto.

Si bien en materia de coches comunes todavía predomina en el mundo el blindaje clásico basado en planchas metálicas que cubren el cuerpo a preservar, para los tanques de guerra y vehículos de combate se utiliza un blindaje reactivo que protege de las municiones explosivas.

Los integrantes de fuerzas militares y/o policiales, así como también algunos civiles que necesitan por algún motivo salvaguardar su integridad física, suelen usar asimismo un blindaje antibalas que se puede colocar en forma de pechera o chaleco.

Para seguridad de los viajeros más poderosos, por otra parte, las lujosas limusinas se suelen blindar de forma hermética para evitar así impactos directos de bala.

Al indagar sobre las características y alcances del blindaje también quedan al descubierto datos interesantes que dan cuenta, por ejemplo, que hay varios niveles de intensidad a la hora de blindar algo y que existen expresiones concretas para hacer referencia a una cierta clase de blindaje.

Hablar de blindaje Chobham, por citar una posibilidad, es mencionar de manera informal a los blindajes compuestos que, en la década del 60, surgieron en el centro británico de investigación sobre tanques del condado de Surrey. El blindaje de rejas, barras o jaula, en cambio, es una modalidad enfocada a brindar seguridad respecto a los ataques cometidos con granadas propulsadas por cohetes antitanques.