Quienes tienen creencias cristianas interpretan a los ángeles como espíritus celestes que actúan como mensajeros o enviados de Dios. De acuerdo a la religión, existen los ángeles caídos (aquellos que, por desobedientes o rebeldes, fueron expulsados del reino de los cielos por sus traiciones o actos inapropiados contrarios a la voluntad divina) y los ángeles guardianes o de la guarda (aquellos que Dios adjudica a cada individuo para que lo proteja y lo conduzca por el camino del bien). El ángel malo, en tanto, está asociado con el diablo, una representación del mal.
Cabe resaltar que, más allá de estos sentidos, el concepto tiene aplicaciones en el campo artístico (hay canciones, obras de teatro, pinturas, esculturas, películas y libros que en sus títulos llevan la palabra ‘ángel’), en al plano deportivo (hay equipos de béisbol, baloncesto, fútbol americano, etc. que aprovechan la noción) y en la identificación de personas, lugares, etc. (el Salto Ángel, Ángel de Saavedra, Miguel Ángel Asturias…). Asimismo, en ocasiones se presenta el vocablo como sinónimo de encanto, simpatía o carisma. Por ejemplo: “Vas a llegar lejos porque se nota que tenés mucho ángel”.
El término, además, es parte de expresiones como piel de ángel (describe a una clase de tela similar al raso), flor de ángel (tal como se suele llamar al narciso de color amarillo), cabello de ángel (preparación dulce a base de cayote, calabaza, mango, aunque la frase también identifica a un tipo de pasta larga) y manjar de ángeles (propuesta gastronómica a base de azúcar y leche), por mencionar algunas a modo de referencia.