El aceite es un líquido graso que se obtiene de frutos, semillas o animales y posee menor densidad que el agua.
Según su origen, sus propiedades y los usos que se le dé, el aceite puede ser enmarcado en distintas categorías. Si no es apto para el consumo humano (como sí lo son los que derivan del reino animal y/o vegetal y aportan calorías, ácidos grasos insaturados y vitamina E) por generarse a partir del petróleo o biocombustibles y está reservado como solvente o combustible para motores, lámparas, hornos y estufas, por ejemplo, se lo presenta como aceite combustible. En cambio, se lo define como mineral si se lo obtiene por refinación del petróleo y se lo destina como lubricante a la industria automotriz.
Más allá de someterlos a esta identificación genérica, los aceites suelen ser divididos entre vírgenes y refinados. Los primeros se extraen según la técnica de prensado en frío y conservan el sabor de la fruta o semilla original, mientras que los segundos son sometidos a un proceso de refinamiento y desodorización que da como resultado una sustancia de sabor neutro y con mayor capacidad de conservación.
Como ejemplos de las distintas clases de aceites existentes se pueden citar al aceite de soja, el aceite de delfín, el de foca, el aceite de oliva, el de maíz, el aceite de motor, el aceite de lino, el de nogal, el aceite de girasol, el de eucalipto, el aceite de hígado de bacalao y el aceite de coco, entre muchos otros.