En muchas circunstancias de la vida recibimos como muestra de afecto, pero también como símbolo de acompañamiento, un abrazo. El arte de abrazar varía según el destinatario, el contexto, la duración y el motivo por el cual se elige rodear o ser rodeado con los brazos, por eso hoy haremos foco en este gesto para resaltar diferencias entre uno y otro.
En la infancia, particularmente, nos consuela recibir abrazos maternos y/o paternos cada vez que algo sale mal ya sea por un accidente o golpe, una pelea con hermanos, una decepción, etc. El abrazo fraterno, por su parte, es aquel que se brinda o se recibe entre hermanos tanto en tiempos de alegría como para consolarse en momentos de dolor.
“Abrazo a la distancia”, asimismo, es una expresión formal pero afectuosa que se utiliza para acompañar a alguien que está lejos, como un recurso respetuoso. Por describir un ejemplo: un hombre que se encuentra en Argentina se entera que un amigo que vive en Francia va a ser padre. Le envía entonces un correo electrónico para felicitarlo y cierra el mensaje con “Te envío un fuerte abrazo a la distancia”.
La idea de “abrazo solidario”, en cambio, se aprovecha para describir el acompañamiento, el respaldo y el compromiso de mucha gente en relación a una causa solidaria. Suelen organizarse abrazos solidarios para lograr mejoras en escuelas, en hospitales para concientizar a la gente sobre la importancia de donar los órganos, etc.
Por último, no hay que olvidar que los abrazos están presentes en inicios, finales, bienvenidas y despedidas… Dadas estas circunstancias, se pueden reconocer los abrazos que se dan con la emoción de un reencuentro (después de un tiempo sin ver a alguien se suele dar un abrazo emotivo apenas se produce el reencuentro) y aquellos que se desarrollan para cerrar o concluir una etapa (se abraza a alguien a punto de salir de viaje, a los seres queridos que, por distintos motivos, uno no verá por cierto tiempo…).