El trastorno del sueño que lleva a quien lo padece a ser un sonámbulo, es decir, a poder realizar algunas acciones motoras de forma automática mientras duerme, se conoce como sonambulismo.
Este cuadro puede presentarse en diferentes etapas de la vida. El sonambulismo infantil, por aludir a la alteración del sueño que afecta a los niños, suele desaparecer con el paso de los años sin dejar secuelas. En los adultos, este problema exige atención médica ya que la calidad de vida y el estado de quien lo sufre y su entorno están en riesgo debido a las lesiones que pueden surgir en ese marco y el malestar psicológico que conlleva.
Cuando el trastorno es breve y no se extiende más allá de los límites de la cama (donde la persona puede incorporarse, tocarse el rostro y hasta sacar las sábanas antes de retomar su descanso), los expertos en el tema lo describen como un sonambulismo incompleto, mientras que aquel que lleva al sujeto a levantarse y a deambular por el hogar realizando diversas actividades (como hablar, abrir puertas, ponerse o quitarse prendas de vestir, comer, gritar, etc) se conoce como sonambulismo completo.
Es interesante saber también que el sonambulismo natural no requiere prácticas específicas para desencadenarse, mientras que el sonambulismo artificial surge de manera intencionada cuando alguien es hipnotizado.
Distinto a ellos es el sonambulismo tecnológico, tal la expresión que adoptó el estadounidense Langdon Winner para hacer referencia a la ignorancia social en relación al proceso de transformación que la humanidad está atravesando a raíz de los avances tecnológicos.