Aquellos que se especializan en cuestiones vinculadas a la Física describen como radiactividad a la propiedad que le permite a los átomos de determinados cuerpos emitir radiaciones al desintegrarse de manera espontánea. El becquerel es su unidad de medida dentro del sistema internacional.
Este fenómeno de carácter físico posee aplicaciones industriales pero también es aprovechado para obtener energía nuclear y realizar ciertos procedimientos médicos. A continuación, a fin de proporcionarles datos de interés sobre el tema, describiremos múltiples tipos de radiactividad.
De acuerdo al origen que posea, es posible diferenciar entre la radiactividad natural (la cual abarca a los isótopos que se localizan en el entorno natural) y la radiactividad inducida o artificial (presentada por radioisótopos que surgen a raíz de modificaciones de índole artificial). En el primer caso, puede desencadenarse por elementos radiactivos presentes en este planeta desde su formación o bien por materiales radiactivos que nacieron como resultado de la interacción de rayos cósmicos con elementos que, en principio, no estaban considerados como radiactivos.
Como consecuencia de muchas acciones humanas así como por ciertos procesos naturales, además, podemos reconocer a la radiactividad ambiental generada por materiales radiactivos.
Hay, por otra parte, radiactividad alfa (conformada por un núcleo de helio y fácil de detener), radiactividad beta (constituida por electrones y puede ser frenada con una hoja de papel de aluminio) y radiactividad gamma (la cual puede ser absorbida al penetrar un material denso).
Más allá de cómo se la clasifique, es importante tener en cuenta que la radiactividad consigue ionizar el medio que logra traspasar.