En muchos ámbitos y contextos podemos hacer referencia al concepto de meta. Esta palabra, según advertimos al consultar el diccionario de la Real Academia Española (RAE), permite describir por ejemplo la línea de llegada que se cruza al completar una carrera o al alcanzar un determinado objetivo, se acepta como sinónimo de portería o arco en deportes como el fútbol y, antiguamente, servía para identificar al pilar cónico que, en el circo romano, marcaba las puntas de la espina. Asimismo, hay en suelo colombiano un departamento bautizado como Meta y un río nombrado con este mismo vocablo. También, tal como se desprende de la práctica, Meta es el género donde se agrupan ciertas clases de arañas.

Si hacemos foco en las metas entendidas como desafíos a cumplir o fines por concretar, entonces tenemos la posibilidad de segmentarlas según corresponda en las categorías de metas personales (vinculadas a proyectos de vida y de desarrollo íntimo) y de metas profesionales (asociadas al campo laboral), o bien es posible distinguir entre metas individuales y metas grupales. Los plazos contemplados para llevar a cabo (o, al menos, para hacer el intento de cumplir cada propósito planteado), en tanto, dan cuenta de la existencia de metas a corto, mediano y a largo plazo.

Las metas espirituales, las metas deportivas, las metas corporativas, las metas educativas, las metas financieras y las metas sociales son otras clasificaciones que demuestran la enorme diversidad de objetivos por cumplir que un ser humano puede tener en diferentes momentos y ámbitos de su vida.