El líquido refrigerante resulta fundamental para el buen funcionamiento del motor que llevan los vehículos porque le permiten conservar una temperatura adecuada y evitar, de este modo, que se recaliente.

Los líquidos refrigerantes, según se advierte al buscar información al respecto, se clasifican por su origen en orgánicos e inorgánicos. Hay, asimismo, mezclas zeotrópicas (generadas por una combinación de fluidos con fases de líquido y vapor equilibradas que poseen una composición diferente ante cualquier clase de presión) y mezclas azeotrópicas (tanto la fase líquida como la de vapor conservan su composición frente a una cierta presión).

El nivel de inflamabilidad, por otra parte, permite diferenciarlos en tres grupos: el 1 engloba a los líquidos refrigerantes que no resultan inflamables en estado de vapor cualquiera sea la concentración en el aire, el 2 nuclea a los refrigerantes que al mezclarse con el aire tienen un límite inferior de inflamabilidad semejante o superior a 3,5 por ciento en volumen, mientras que el Grupo 3 concentra a los refrigerantes que poseen un límite inferior de inflamabilidad que no supera el 3,5 por ciento en volumen.

De evaluar su grado de toxicidad, por describir otra variable, se los agrupará según corresponda en el Grupo A o en el Grupo B. Al combinarse su poder tóxico y su nivel de inflamabilidad, surgen las categorías de Alta Seguridad (son los de tipo A1), los de Seguridad Media (A2, B1 y B2) y los de Baja Seguridad (A3 y B3).

Por último, es importante destacar que hay líquidos refrigerantes primarios (cuando funcionan en el sistema frigorífico como agentes transmisores) y líquidos refrigerantes secundarios (fluidos que se emplean para distribuir calor entre el circuito primario y el medio que debe ser calentado o enfriado).