El concepto de lavanda puede utilizarse para hacer alusión a un color (hay tonalidades de lavanda claro, lavanda brillante, púrpura lavanda, azul lavanda, etc), a un aroma, al espliego (planta aromática de cuyas flores se obtiene un aceite esencial muy aprovechado en perfumería) y a la lavándula (género de plantas donde se incluye al ya mencionado espliego y al cantueso).
Hay, como resulta evidente, una amplia variedad en materia de lavanda y muchas clasificaciones a tener en cuenta para poder diferenciar unas de otras. La lavanda verde, por ejemplo, pertenece a la familia Lamiaceae y se valora a nivel mundial como planta ornamental así como también se tiene en cuenta por su efecto sedativo, sus propiedades antiespasmódicas y su eficacia para calmar el insomnio.
La llamada lavanda macho, en tanto, es un arbusto de uso medicinal cuyo aceite esencial se utiliza en aromaterapia, mientras que la denominada lavanda de mar (conocida además como acelga salada) es una planta perenne de la familia de las Plumbagináceas que se recomienda para espantar polillas y para el tratamiento de hemorragias, entre otros fines.
Asimismo, es interesante resaltar que las flores secas de lavanda, por su poder antiinflamatorio y antiséptico, son parte de la fórmula para elaborar cremas, jabones caseros y otros productos similares. El aceite esencial de lavanda fina, por su parte, suele destinarse al tratamiento de casos de insomnio por su efecto calmante; de quemaduras, picaduras y heridas por favorecer la cicatrización y servir como desinfectante; de contracciones por su poder relajante y de pediculosis por sus propiedades antiparasitarias.