Quienes realizan actividades deportivas están expuestos a sufrir diversas clases de lesiones que pueden llegar a afectar diferentes músculos y estructuras óseas pero estos problemas no son exclusivos de los deportistas: cualquier persona, como consecuencia de un accidente, una enfermedad o un golpe puede llegar a tener alguna clase de lesión a lo largo de su vida.
Más allá de las lesiones deportivas tanto en el plano profesional como en el ámbito amateur, por lo tanto, existen las lesiones cerebrales por falta de oxígeno, infecciones, intoxicaciones, enfermedades o traumatismos; las lesiones medulares (desencadenadas por enfermedades o traumas generando lesiones cervicales, lesiones torácicas o lesiones en las zonas lumbar y sacra); lesiones de la mucosa oral (diagnosticadas y tratadas por odontólogos) y las lesiones músculo-tendinosas (generadas por una sobrecarga o exigencia prolongada de una parte específica del cuerpo, provocando en ella un esfuerzo y una tensión crónica), por señalar otras a modo de referencia. Cabe señalar que este último caso mencionado es una problemática que afecta en gran medida, por ejemplo, a los músicos, quienes al dedicar mucho tiempo a tocar un instrumento sin adoptar medidas de prevención y quitarle importancia a molestias y dolores suelen dañar sus tendones y músculos.
En el marco de la ley, por otra parte, se suelen considerar diferentes grados de lesión según el contexto y el resultado para la víctima. Se distingue entonces entre lesiones leves (no suelen perdurar por más de treinta días ni dejar secuelas permanentes), lesiones graves (cuando superan el mes de curación o repercuten seriamente en la salud de la víctima) y lesiones gravísimas (aquellas que dejan secuelas permanentes o son incurables).