Los sitios, espacios, cámaras y dispositivos que se acondicionan para que las semillas puedan germinar (teniendo, entre otras características, condiciones de humedad adecuadas) se conocen como germinadores. Esta palabra, en su sentido más amplio, describe a todo aquello que promueve la germinación de algo.
En el propio hogar se pueden reutilizar varios elementos y, de manera sencilla y en pocos pasos, lograr un germinador casero. Una caja de huevos, una bolsa o botella plástica o un frasco de vidrio pueden servir para llevar a cabo el plan de ver germinar una semilla, una tarea muy frecuente durante la etapa escolar. Ya de poner más dedicación en el diseño y aprovechar otros materiales, se pueden generar múltiples tipos de germinadores artesanales (hechos con barro, cerámica, etc).
También existe la posibilidad de armar germinadores verticales para lograr una mayor homogeneidad en el proceso de germinación.
De buscar opciones disponibles a nivel comercial, entonces descubriremos una amplia variedad de germinadores industriales. Esta alternativa es recomendable para quienes pretenden obtener una gran cantidad de germinaciones, ya sea con fines de alimentación o con propósitos comerciales. Es posible encontrar germinadores manuales (en este caso, la persona debe encargarse de mantener la humedad de las semillas a través de riegos frecuentes) y germinadores automáticos (aportan mayor comodidad porque es el sistema quien, cada ciertas horas, renueva la humedad aprovechando el agua conservada en el depósito).
Como resulta evidente, existe un interesante abanico de propuestas a tener en cuenta a la hora de querer que nuestras semillas (de limón, girasol, calabaza, etc) germinen.