El acto de fumigar, es decir, de llevar adelante una acción desinfectante para combatir plagas, se conoce como fumigación. Esta práctica no es exclusiva de un sitio: se aplica en campos, hogares particulares, centros de salud, establecimientos gastronómicos, centros comerciales, etc.

Como hay varias técnicas que se aplican según el lugar, las sustancias disponibles y los organismos a combatir, en esta oportunidad brindaremos datos de interés sobre múltiples posibilidades de fumigación a tener en cuenta.

Hay empresas que, por ejemplo, ofrecen fumigaciones en frío de carácter ecológico. Este método consiste en aplicar dióxido de carbono pulverizado sobre zonas atacadas por ciertos insectos perjudiciales. Según quienes recomiendan este sistema que trabaja a muy bajas temperaturas, no es tóxico, no produce humedad ni genera residuos perjudiciales para la salud, por enumerar algunas ventajas.

Otras compañías, por su parte, incluyen en sus servicios las fumigaciones con equipos de ultrasonido para ahuyentar murciélagos, palomas, ratas y otras plagas, las fumigaciones con gas, las fumigaciones con termonebulizadores y las fumigaciones a base de gel. Para trabajar sobre amplias extensiones de terreno al aire libre (y mantener libres de plagas a los cultivos, por lo general) es común que se apele a la fumigación aérea.

Quienes por razones de presupuesto o por querer solucionar el inconveniente de manera más directa y rápida no contratan personal especializado suelen apelar a fumigaciones caseras, las cuales no siempre emplean químicos para combatir a los organismos que ponen en peligro la salud de personas o mascotas o destruyen la vegetación sino que se realizan con remedios artesanales y prácticos logrados con la combinación de diferentes productos.