Los expertos en Biología apelan al concepto de fenotipo para hacer alusión a la manifestación de un genotipo que se hace visible en un ambiente específico, aunque también se aclara que, en ocasiones, los rasgos pueden no ser evidentes a simple vista. En otras palabras, el fenotipo de un ser vivo gira en torno a los rasgos externos que podemos descubrir con solo posar nuestra vista en integrantes de su especie.

Las transformaciones fenotípicas continuas de un ser vivo, señalan los especialistas en la materia, se definen como fenotipo ontogénico. La expresión “fenotipo Bombay”, en tanto, identifica a una clase poco común de sangre que tiene la particularidad de carecer en los eritrocitos de los antígenos de membrana A,B o H.

Es posible, asimismo, diferenciar entre fenotipos dominantes y recesivos. El primer grupo se determina con un alelo dominante que se manifiesta siempre que se presenta, mientras que el fenotipo recesivo exige dos copias (uno por cada uno de los progenitores) de gen recesivo y estos alelos necesitar hallarse solos para poder manifestarse.

De profundizar en el tema es posible también analizar por separado al fenotipo morfológico (relacionado a la forma) y al fenotipo conductual (vinculado a las conductas que se desarrollan para adaptarse de manera óptima a las demandas selectivas del entorno).

Al buscar otras aplicaciones y categorías que ayuden a comprender mejor el término, adquiere relevancia el título en español de un libro desarrollado por el divulgador científico, zoólogo y etólogo británico Richard Dawkins: “El fenotipo extendido. El gen como la unidad de selección”.