Cuando algo se esparce, se dilata, se amplía o se extiende el resultado es una expansión. Hay muchas formas de conseguir este proceso, y muchas categorías que vale la pena conocer para aprender más sobre las aplicaciones prácticas de esta noción.
En el marco de la termodinámica, por ejemplo, se utiliza la expresión “expansión adiabática” para identificar a un sistema particular donde no hay intercambio de calor con el entorno. Es decir, no se gana ni se pierde energía calorífica. Un proceso de humectación, por sus características, está considerado como una expansión adiabática.
En sistemas frigoríficos así como en equipos de climatización, en tanto, es posible reconocer a la expansión directa o seca, un método que limita el flujo másico de refrigerante que suministra al evaporador según la cantidad que se pueda evaporar por completo al recorrer todo el evaporador.
La expansión métrica del espacio, en cambio, sirve en la Cosmología Física para facilitar la comprensión del universo. Centra la información en el espacio-tiempo para demostrar que tanto la distancia como el tiempo así como el espacio surgen de una métrica variable, donde nada es absoluto.
Al dirigir la atención hacia la naturaleza, en tanto, podemos aprender sobre la expansión de los fondos oceánicos, una transformación propia de dorsales oceánicas en las cuales surge por movimientos de las placas tectónicas y la actividad volcánica una nueva corteza oceánica.
Distinto es el caso de los expertos en Matemática, quienes refieren a la expansión asintótica cuando trabajan con una serie formal de funciones que, de manera asintótica, converge a una función específica.