Toda fantasía requiere usar la imaginación para poder desarrollarse y, tal vez, poder ser llevadas a la práctica para ser cumplidas. Estas ideas están asociadas a los sueños y a las ilusiones de personas de todas las edades: no hay que olvidar que hay muchas clases de fantasías que pueden aparecer durante todas las etapas de la vida.

El vocablo, además, se aprovecha para describir joyas que no son auténticas sino imitaciones. Por eso se hace alusión a anillos, dijes o pendientes de fantasía.

Dentro del séptimo arte, la fantasía impulsa un estilo fantástico donde se abordan y despliegan temáticas vinculadas con seres y situaciones ficticias pero que, pese a ser irreales, se presentan como verídicas. Las películas infantiles y los filmes de animación suelen apelar mucho a la fantasía. Lo mismo ocurre en la literatura con el género fantástico, donde aparece entre otros subgéneros la fantasía heroica o épica.

La fantasía musical, en tanto, es una forma libre donde predominan la imaginación creativa y la improvisación. De este modo, el compositor no está sujeto a estructuras rígidas y trabaja con más autonomía.

Distintas a todas las descriptas hasta el momento son las fantasías de carácter sexual, ya que consisten en representaciones o imágenes mentales reservadas a la intimidad de cada individuo, quien puede o no llevar a la práctica esa idea que lo estimula y entusiasma.

El exceso de ensoñación, las especulaciones constantes y los pensamientos ilusorios reiterados tal vez nacidos como una reacción psicológica frente a un trauma, por otra parte, se define como un cuadro de fantasía compulsiva.