Aquello que es útil para dosificar algo o gradúa una determinada cosa, se describe como dosificador. Hay muchos equipos y elementos de uso cotidiano que se complementan con un dosificador, como ocurre por ejemplo con la licuadora y ciertos medicamentos.
Hay una amplia variedad de recipientes dosificadores, cuyas medidas y materiales varían en función de la utilidad que posea cada uno. También suele decirse que en ocasiones se “dosifica” la información porque se brindan datos de manera controlada, midiendo la cantidad y el tipo de novedad que se deja trascender.
Tal vez porque son menos frágiles, los más duraderos y resistentes son los dosificadores de plástico, pero también es posible hallar dosificadores de vidrio.
Asimismo, existen los dosificadores automáticos que permiten regular el traspaso de líquidos hacia un cierto entorno (de cloro hacia el agua de una piscina, por ejemplo) así como también sólidos (para graduar la cantidad de alimento y agua a disposición de una mascota, por indicar un caso fácil de identificar en la práctica).
Los dosificadores manuales, por su parte, exigen una acción dirigida por alguien para poder funcionar en el momento, como ocurre con los equipos que dispensan miel, jabón líquido, detergentes, pintura, perfume, etc.
Más allá de las alternativas mencionadas líneas arriba, no se puede dejar de tener en cuenta a los dosificadores mecánicos (de semillas, por describir una posibilidad) ni a los dosificadores por goteo (sistemas que, incluso, pueden realizarse de manera casera y ser aprovechados para riego), por describir otras modalidades a modo de referencia.