Algo que se caracteriza por ser discontinuo genera una discontinuidad. Esta circunstancia puede advertirse en numerosas disciplinas y ámbitos, por eso en esta oportunidad haremos foco en sus aplicaciones prácticas para poder categorizarlas de manera apropiada.
Los expertos en Geología, por señalar un caso puntual, al analizar los límites entre capas rocosas del interior de la superficie terrestre registran discontinuidades sísmicas o de densidad.
Quienes se especializan en Psicología Social, por su parte, aluden a la discontinuidad para describir la influencia que ejerce la sociedad en el proceso cognitivo de una cierta persona. Cuando el sujeto prioriza su rol social, la tendencia indica que hay elevadas chances de discontinuidad en su identidad individual.
Distinto es el caso de la discontinuidad entendida desde la Filosofía, donde se acepta la posibilidad de un quiebre que genere que algo, producto del paso del tiempo y la influencia de la Historia, no se conciba del mismo modo entre un periodo y otro.
La discontinuidad de una función, en tanto, se trabaja desde el plano matemático. En este contexto, se puede hacer referencia a las discontinuidades evitables y no evitables (llamadas asimismo como discontinuidades esenciales), así como también a las de primera y segunda especie. El primer grupo, incluso, abarca a las discontinuidades de salto finito, de salto infinito y asintóticas, cada una con rasgos que las diferencian entre sí.
Al observar las particularidades de un medio heterogéneo, por último, existe la posibilidad de reconocer discontinuidades físicas, las cuales se caracterizan por marcar alteraciones de valores en una magnitud física de tipo constante.