Al alimentarnos se inician en nuestro organismo procesos imprescindibles para asimilar los nutrientes de manera adecuada. La digestión, en este marco, es fundamental.
Esta actividad que permite transformar cada alimento en una sustancia más simple para poder ser absorbida puede encuadrarse en diferentes categorías de acuerdo a las particularidades que presente y a los actores involucrados. En un nivel coloquial y cotidiano, como sabrán muchos de ustedes, suele utilizarse la expresión “mala digestión” ya sea para describir la digestión lenta e incómoda padecida por alguien como así también para referirse a un panorama complicado de la vida o a una persona con mal carácter.
En un nivel más formal y especializado, se hace alusión a la digestión intracelular, por señalar una posibilidad concreta, cuando se centra la atención en organismos unicelulares, cuya estructura es muy básica. En ellos, la nutrición es heterótrofa y los alimentos se descomponen y procesan para ser aprovechados y trabajados desde el interior de las células. Cuando el fenómeno de la digestión se desarrolla dentro del aparato digestivo, es decir, afuera de las células, se trata de una digestión extracelular.
Cabe resaltar que los microorganismos, asimismo, son capaces de llevar adelante una digestión anaeróbica, un proceso que les permite descomponer material biodegradable sin necesidad de requerir oxígeno.
Más allá de las modalidades mencionadas líneas arriba, existen la digestión microbiana, la digestión química y un método a partir del aprovechamiento de una enzima que se conoce como digestión de la sialidasa, por agregar otras variedades a fin de complementar la información anterior.