Suele considerarse a las disyuntivas y dudas como dilemas. Esta palabra, de acuerdo a la teoría, refiere a todo argumento conformado por un par de proposiciones con contenidos opuestos que, al ser negados o ratificados, permiten demostrar aquello que se ha intentado probar.

En la práctica se pueden distinguir dos grandes grupos de dilemas: uno que engloba a los dilemas morales y otro que hace foco en los dilemas éticos. Dentro del primer conjunto, señalan los expertos, es común que aparezcan cuestiones abstractas que promueven reflexiones y motivan la búsqueda de una eventual solución, así como dilemas malos surgidos de la realidad como consecuencia de problemas cotidianos y episodios conflictivos que exigen, por ejemplo, enfrentar la razón con el aspecto moral.

Hay, asimismo, dilemas sociales que adquieren relevancia cuando el juicio individual se pierde o se suma como aporte en función de una acción colectiva. La economía, la educación y el medio ambiente son áreas donde es común que aparezcan, por múltiples razones, algunos dilemas de carácter social.

Un caso particular se da frente al denominado Dilema de Eutifrón, ya que a nivel filosófico y teológico existen posturas encontradas: incluso hay quienes lo conciben como un falso dilema.

Si indagamos con mayor profundidad en las clasificaciones de las disyuntivas teniendo en cuenta los contenidos y ámbitos donde se plantean a menudo, además de los mencionados en los párrafos anteriores podremos distinguir a los dilemas femeninos y masculinos, a los dilemas familiares, a los dilemas profesionales, a los dilemas universales, a los dilemas educativos, a los dilemas nacionales y a los dilemas internacionales, por agregar otros a modo de referencia.