Dicen los expertos en nutrición que el desayuno es la comida más trascendente del día. Al ser lo primero que consumimos al despertar, es importante que el menú sea nutritivo y saludable porque así tendremos fuerza y energía para enfrentar el resto de la jornada.
A la hora de desayunar, las preferencias y posibilidades son varias. Los desayunos que a diario preparamos en nuestro hogar, por cuestiones de tiempo y recursos, no suelen incluir el ritual ni la decoración típica de las bandejas que se preparan en locales gastronómicos u hoteles. Excepto que se trata de una sorpresa durante una fecha especial en la cual alguien nos trae el desayuno a la cama (o a nuestra propia vivienda, de ser una empresa especializada en desayunos a domicilio) en una bandeja decorada con flores u otros detalles, los desayunos cotidianos son simples y preparados en el momento: pueden ser a base de infusiones, leche, galletas o bizcochos, pan tostado, medialunas, mermelada o similar. A veces se suelen incluir frutas y cereales y/o prepararse licuados, ya sea con leche o con agua.
En los hoteles, el servicio varía: hay lugares donde se ofrecen desayunos continentales (los más tradicionales, suelen incluir café o té, medialunas, tostadas, manteca o dulce y jugo de naranja) y otros donde la propuesta es más abundante y se conoce como desayuno buffet. Esta última modalidad no suele incluir servicio a la habitación porque la persona, entre ciertos límites de horario, puede servirse y disfrutar reiteradas veces cada opción del menú, que incluye infusiones, cacao, bollos dulces, bizcochuelos, yogur, cereales, frutas, fiambres, panes, jugos frutales, budines, gelatinas, etc.