El concepto de decreto (una palabra con origen en el término latino decretum) hace alusión a las determinaciones que toma una autoridad o gobernante en relación al ámbito o asunto donde tienen competencia. Asimismo, la noción se aprovecha a nivel general para hacer alusión al acto de decretar y describe la constitución elaborada por el Papa a partir de sus consultas a los cardenales.

Hay, según el campo de aplicación, su vigencia y las características que desarrolla, diferentes clases de decretos.

En otros tiempos, por señalar un caso puntual a modo de referencia, existió el llamado “decreto de abono”, expedido a los tesoreros generales a fin de que admitieran en sus cuentas las partidas acordes a las órdenes del rey.

El Decreto de Graciano, en cambio, identifica a un libro de derecho canónico que recopiló Graciano, así como los decretos reales son aquellos que firma el rey. En la época de la Guerra Civil Española, por citar otra de estas normas, se promulgó el Decreto de Unificación para crear un partido único que recibió el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. De hacer foco en la Guerra de los Diez Años, por otra parte, lograremos recordar las particularidades del Decreto Spotorno.

Cabe resaltar que la diversidad de estos documentos abarca también a los decretos marginales (resoluciones que el jefe competente ubica al margen de un oficio o memorial), al decreto ley (el promulgado por el Poder Ejecutivo de manera excepcional sin estar sometido al análisis del órgano legislativo) y al decreto de urgencia (tal como se conoce al decreto ley que se promulga en una nación por necesidades urgentes).