Cuando alguien nos pide que pensemos en un delfín, inmediatamente aparecen en nuestra mente imágenes que tienen como protagonistas a los bellos cetáceos que habitan mares tropicales y templados y enamoran a multitudes con sus saltos y piruetas. No mucha gente tiene presente que el concepto de delfín también se utilizó en otros tiempos para describir al título que recibía el primer hijo del rey de Francia y a la persona elegida para suceder en su cargo a una autoridad o personalidad relevante.

En el campo de la Heráldica, además, suele identificarse como delfín pasmado a la figura que carece de lengua y exhibe su boca abierta. El término, asimismo, da nombre a una constelación ubicada en el hemisferio norte.

Pero si retomamos la interpretación de delfín como animal que habita en el agua y sorprende por su inteligencia, entonces podremos diferenciar en un primer momento a los delfines de río y a los delfines oceánicos. Al indagar con mayor profundidad, ganarán relevancia por otra parte especies como las del delfín mular (también conocido como nariz de botella, la más popular de las familias de delfines), delfín del Atlántico (o de flancos blancos, por el particular color que presenta su cuerpo), delfín cruzado (propio de aguas subantárticas y antárticas), delfín clímene (muy abundante en el golfo de México) y delfín rosado (considerado como el delfín de río de mayor tamaño), por señalar algunas a modo de referencia.

Lamentablemente, en la actualidad hay que decir que otras especies de delfines, como el caso del delfín chino de río, ya se han extinguido.