Cuando dos o más voluntades se unen para trabajar por un fin común, se forma una cooperativa.
Estas asociaciones suelen surgir en diferentes ámbitos y tener particularidades propias, por eso resulta interesante informarse sobre el tema y reconocerlas en función de sus rasgos distintivos.
Una sociedad cooperativa, por señalar un caso puntual, se caracteriza por formarse entre quienes producen, comercializan o consumen algún bien o servicio con el objetivo de estar a disposición y ser aprovechada por los socios.
El rubro o actividad que las impulsa, por otra parte, es una variable que origina categorías como las de cooperativas de trabajo asociado (que a su vez se subdividen en cooperativas de transporte, cooperativas de impulso empresarial, cooperativas de interés social, etc), cooperativas de ahorro y crédito (dirigen sus esfuerzos a cubrir los requerimientos financieros de sus socios y terceros a través de acciones propias de las entidades de crédito) y cooperativas agrarias (agrupación de agricultores para hacer un uso común de recursos).
Claro que, además de las alternativas mencionadas líneas arriba, es posible distinguir a las cooperativas de consumidores y usuarios, a las cooperativas de servicios, a las cooperativas de turismo, a las cooperativas de viviendas, a las cooperativas escolares, a las cooperativas de artesanos, a las cooperativas de artistas, a las cooperativas farmacéuticas y a las cooperativas de suministros, por mencionar más entidades donde los integrantes se proporcionan ayuda mutua, las decisiones se toman de manera colectiva (bajo un sistema democrático), se garantiza la equidad y hay comportamientos solidarios, entre otros valores.