Con origen en el vocablo latino sulphur, la palabra sulfato se emplea en el ámbito de la Química para hacer referencia a las sales minerales u orgánicas del ácido sulfúrico.
Estos productos, en función de su origen y particularidades, poseen diferentes tipos de aplicaciones y rasgos característicos. Por esa razón, a fin de proporcionarles información útil y enriquecedora de esta temática, a continuación describiremos las variedades de sulfatos y brindaremos precisiones respecto a cada categoría.
Una primera clasificación permite diferenciar a los sulfatos orgánicos y a los inorgánicos. Los primeros, de acuerdo a los expertos en el tema, son sustancias con un elevado poder cancerígeno y consisten en ésteres de ácido sulfúrico que pueden formarse de manera directa con un alcohol y ácido sulfúrico o con cloruro de sulfurilo, un alcohol y una base. Los inorgánicos, en cambio, son sales que se pueden hallar de modo natural en múltiples presentaciones, tales como aljez y sulfato de sodio.
De considerar los elementos, podemos hacer alusión al sulfato de calcio, al sulfato de hierro, al sulfato de potasio, al sulfato de aluminio y al sulfato de magnesio, por mencionar algunos a modo de referencia.
Al centrar nuestra atención en los minerales sulfatos, adquieren relevancia muchas otras clasificaciones que permiten determinar, de acuerdo a cada circunstancia, con qué variedad de sulfato se trabaja. En este sentido, aparecen como opciones los sulfatos sin aniones adicionales ni agua; los sulfatos con aniones adicionales pero sin agua; los sulfatos con aniones adicionales y H2O; y los sulfatos sin aniones adicionales pero con H2O. En todos estos casos, se subdividen a su vez en categorías determinadas por el tamaño de los cationes.