El concepto de suplemento (palabra que tiene su origen en el vocablo latino supplementum) posee múltiples acepciones reconocidas por el diccionario de la Real Academia Española (RAE).

En líneas generales, se lo define como el acto y consecuencia de suplir, así como también se lo reconoce como aquello que se agrega a algo para completarlo o volverlo perfecto.

Asimismo, un suplemento es un agregado independiente a la edición de una publicación impresa (revistas, periódicos, etc) y un elemento gramatical que funciona en una oración como complemento del verbo de régimen preposicional obligado. En el campo de la Geometría, en cambio, se trata del ángulo que le falta a otro para formar un par de ángulos rectos y da nombre además al arco de dicho ángulo.

En base a estas definiciones, es fácil suponer que existen numerosas clases de suplementos, cada uno con particularidades propias del ámbito al cual pertenecen.

A nivel periodístico, se pueden distinguir suplementos deportivos, suplementos culturales, suplementos literarios, suplementos de moda y suplementos económicos, por mencionar los más comunes.

Lejos de este segmento, adquieren relevancia en materia de alimentación los suplementos vitamínicos (que a su vez se subdividen en sustancias polivitamínicas y en preparados de una única vitamina); los suplementos culturistas (preparados exclusivos para atletas que entrenan con pesas o que, por el perfil de la disciplina que practican, necesitan perder grasa e incrementar su musculatura) y los suplementos dietéticos o nutricionales (preparados de ingesta oral que contribuyen a mejorar ciertos aspectos de la salud y a complementar la dieta balanceada convencional), entre muchos otros.