La idea de sesgo guarda relación con el verbo sesgar (es decir, torcer o cortar una cosa), pero la aplicación e interpretación de este concepto es diversa. Como adjetivo, además de describir a algo que ha sido quebrado o inclinado, permite aludir a aquello que se muestra pacífico o con quietud, así como al semblante serio o con expresión arrugada. Asimismo, la noción se utiliza para identificar al rumbo de una negociación o bien al quiebre que sufre un negocio si su raíz es dudosa o conflictiva.
De analizar el campo de aplicación de este vocablo, entonces podremos advertir que la palabra es parte de la Matemática, de la Electrónica, de la Astronomía, del área relacionada a la Información y de la Psicología.
Las clasificaciones, por lo tanto, son numerosas y le aportan diversidad al término ‘sesgo’. Existe, por ejemplo, el sesgo estadístico (el cual marca la diferencia que hay entre el valor numérico de un parámetro que se analiza y su esperanza matemática) así como el sesgo de reloj hace referencia a la desviación que se advierte en ciertos dispositivos utilizados para medir el tiempo. El sesgo cognitivo, por su parte, es un efecto de índole psicológica que genera un desvío en cómo se procesa aquello que se percibe, razón por la cual la persona pierde la capacidad de razonar con lógica y de comprender por completo la realidad.
Otras clases de sesgos: sesgo de Malmquist, sesgo de información científica, sesgo muestral, sesgo de memoria, sesgo de confirmación, sesgo de correspondencia, sesgo de autoservicio y sesgo de selección.