Interesante fijar nuestra atención en palabras de uso común como “sirena” e indagar en sus múltiples significados y alcances. En este caso, se trata de un vocablo de gran antigüedad con raíces griegas y latinas con tres acepciones reconocidas por la Real Academia Española (RAE).

En primer lugar, se acepta el término como denominación común para las ninfas marinas con figura femenina y extremidades inferiores similares a las de un pez. Estas criaturas fabulosas aparecen en la mitología griega pero también en la mitología de Medio Oriente, de China y de la Península Ibérica. En la mitología de Chiloé, por ejemplo, se menciona a la Sirena Chilota, mientras que los mitos griegos contemplan, entre otras sirenas, a Parténope, a quien se le atribuye la fundación de la ciudad italiana de Nápoles. En Cantabria, en cambio, se recuerda a la bella y joven Sirenuca.

Lejos de esta interpretación y del recuerdo de Ariel (nombre del personaje que protagoniza la película “La Sirenita”, de Walt Disney), los expertos en Física indican que una sirena es un instrumento que permite contar cuántas veces vibra un cuerpo sonoro en un cierto periodo de tiempo.

La tercera opción a la hora de definir la noción presenta a la sirena como el sonido fuerte que, a modo de alarma, puede instalarse y funcionar en determinados medios de transporte y establecimientos. A nivel general, se puede hablar de la sirena de los bomberos, la sirena de las ambulancias y la sirena de los móviles policiales, por mencionar algunas a modo de referencia.