El concepto de servidumbre, ése que por lo general se utiliza para englobar a todas las actividades del siervo, tiene su origen en el vocablo en latín servitūdo. Cuando se buscan más precisiones al respecto, se advierte que este término tiene muchas otras acepciones, incluso algunas contempladas por el Derecho.
Cuando se restringe una libertad, se impone una obligación para el desarrollo de una tarea o se contratan criados para estar a disposición de uno o varios amos, también se habla de servidumbre.
Si dirigimos nuestra atención sólo al ámbito del Derecho, podremos encontrar diversas categorías con significados específicos que enriquecen el sentido de esta noción que se reconoce como el derecho limitado que alguien posee frente a una propiedad ajena.
Cuando se alude a la servidumbre aparente, por ejemplo, se pretende poner el foco en aquella que comprueba su existencia a través de una evidencia externa, mientras que la servidumbre continua es aquella que no siempre necesita el accionar del ser humano para llevarse a cabo.
Otras clases de servidumbre que el Derecho reconoce son la denominada servidumbre de abrevadero (aplicada cuando un ganado aprovecha un predio ajeno para saciar su sed), la servidumbre de acueducto (grava el terreno atravesado por un conducto de agua), la servidumbre de luces (aplicable cuando la visibilidad desde una propiedad está restringida por construcciones o edificaciones de gran altura), la servidumbre de paso (permite que se atraviese una propiedad ajena para beneficiar otra) y la servidumbre de vistas (da derecho a abrir espacios en una propiedad para observar desde allí el terreno sirviente), además de la servidumbre discontinua, la servidumbre forzosa y la servidumbre negativa.