Un vocablo griego que, con el tiempo, dio origen al término latino rhombus que, a su vez, derivó en el concepto de rombo (palabra que, en español, se utiliza en el campo de la Geometría) marcó el inicio de la noción que describiremos en esta oportunidad.
Un rombo, según la teoría, es un paralelogramo que posee lados de longitudes idénticas entre sí y un par de ángulos más grandes que los dos restantes. Al examinarlo, se puede advertir que los ángulos internos que se oponen en él son iguales, mientras que al trazar diagonales se logra dividir a la figura en sectores equivalentes.
Claro que, en la práctica, no todos los rombos son del mismo tipo. Se pueden lograr, por citar un caso concreto, rombos con ángulos de 45 grados que se conocen con el nombre de losange (opción muy empleada con fines ornamentales en productos textiles, artículos de platería y cerámicas) y rombos de 90 grados que, si uno los observa con detenimiento, podrá ver que se trata de la forma de un cuadrado, aunque ubicado de manera inclinada. De ahí que se indique que, si bien a todo cuadrado se lo puede considerar como un rombo de acuerdo a cómo se lo ubique, no todo rombo reúne las condiciones que caracterizan a los cuadrados.
Resulta interesante mencionar además que, más allá de la Geometría, el concepto de rombo se utiliza para hacer referencia a un instrumento musical de viento y, en plural, da nombre a una canción desarrollada por el artista argentino Gustavo Cerati que forma parte del álbum titulado “Amor amarillo”.