La idea de responsabilidad, entre otras cuestiones, hace referencia al compromiso por el cual, ante un accidente, delito o cualquier acción que tenga derivaciones legales, toda persona debe hacerse cargo de una reparación en caso de ser hallada culpable.

Cuando un individuo daña a otro de alguna manera, por ejemplo, adquiere relevancia la responsabilidad civil, una obligación que implica indemnizar o compensar de diversas formas a quien haya sido perjudicado.

Cabe resaltar que la responsabilidad civil puede, en función de las características que presente, clasificarse como contractual o bien como extracontractual. En el caso de la primera de las modalidades mencionadas, se la puede subdividir a su vez en obligaciones de medios y en obligaciones de resultados, tal como ocurre en primer lugar frente a casos donde los involucrados no tienen obligación de garantizar un resultado pero sí de actuar con prudencia, honestidad y profesionalismo, y cuando un contrato o reglamentación no es respetado.

La responsabilidad civil de carácter extracontractual, por su parte, abarca a los inconvenientes que surgen cuando se daña o se comete un perjuicio por fuera de un vínculo contractual anterior. En estos casos, además, se suele especificar si el problema es penal (o delictual) o bien si reúne las características necesarias para encuadrarse dentro de la categoría de ‘no dolosa’ (tal como se identifican a los perjuicios ocasionados por una falta de raíz involuntaria).

Cabe resaltar que en situaciones en las cuales se combinan incumplimientos del plano contractual y otros de origen extracontractual (como puede ocurrir, por ejemplo, cuando un artista no cumple con un contrato y genera una serie de consecuencias negativas que afectan a quien estableció un acuerdo con él), se habla de cúmulo de responsabilidades.