Al ser ‘rata’ un vocablo con múltiples acepciones reconocidas por la Real Academia Española (RAE), resulta interesante hacer foco en los significados específicos de esta palabra y tener presente siempre que no sólo describe a los mamíferos de características similares a las de los ratones que pueden llegar a transmitirle múltiples enfermedades a los humanos.

De analizarla desde la perspectiva de la Zoología, sí es posible distinguir entre ratas gigantes, ratas de alcantarilla, ratas de campo, ratas de agua y ratas canguro, pero… ¿qué sucede cuando no se apela a la noción para hablar de estos animales que, a lo largo de los años, inspiraron personajes en cuentos, obras teatrales y largometrajes como el caso de la película animada “Ratatouille” y la historia titulada “La ratita presumida”?

Si ampliamos los horizontes, descubriremos que los expertos en Botánica mencionan el término para hacer referencia a diversos árboles pertenecientes al género Metrosideros (cuyos nombres comunes varían entre árbol rata del sur, árbol rata carmín, árbol rata del norte, etc.), así como en Geografía se habla de las islas Rata (situadas en Alaska).

Además de estas aplicaciones, en los entornos informales de la vida cotidiana se suele tildar de “ratas” a los individuos despreciables, amarretes (tacaños) y a quienes roban objetos de escaso valor (también definidos como rateros).

Otras clases de ratas (o de usos del vocablo) que pueden llegar a identificarse en contextos específicos: ratas almizcladas, Rata Blanca (banda argentina enmarcada en el género del heavy metal) y el signo ‘rata’ (interpretado desde el horóscopo chino).