Cuando alguien experimenta carencias económicas y lleva una existencia humilde en un entorno de bajos recursos, se dice que vive en la pobreza. Si bien se puede ser pobre de espíritu o de afectos, esta noción se relaciona por lo general al deficiente nivel de vida de un ser humano.
Según quienes analizan los estratos sociales y hacen foco en las realidades de individuos indigentes y en las condiciones de las familias que necesitan respaldo y ayuda social para subsistir, existen muchas clases de pobreza.
Una de estas alternativas es ser pobre en materia de desarrollo y, por lo tanto, ser incapaz de aprovechar y desarrollar los potenciales productivos. Esta incompetencia puede ser consecuencia no sólo de un inconveniente cognitivo sino también de la falta de estímulos y de posibilidades para acceder al sistema educativo.
Asimismo, se puede hablar de pobreza absoluta cuando las privaciones se extienden a todos los ámbitos. De estudiar las líneas de pobreza, podremos distinguir a la llamada pobreza primaria (cuando los ingresos no son suficientes para cubrir las necesidades básicas) de la pobreza primaria (se cubre el mínimo de calidad pero no sobra nada). En este marco, además, entra en juego la idea de pobreza relativa, una expresión que busca describir las carencias parciales de alguien que, con su nivel de ingresos, no puede satisfacer parte de sus requerimientos esenciales.
Por otra parte, existe la idea de “pobreza de vocabulario”, la cual se aplica frente a quienes no tienen un léxico enriquecido y, por lo tanto, al momento de elaborar una redacción o escribir algo repiten palabras o emplean términos de amplio alcance que opacan el sentido y le quitan valor al contenido.