Del término en latín mutatĭo ha derivado el concepto que, hoy en día, conocemos en español como mutación. Este vocablo, dicen aquellos que estudian y respaldan los significados de las palabras, está vinculado a la idea de transformación, evolución y alteración.
En el ámbito de la Biología, esta noción se emplea cuando se busca identificar al fenotipo que surge a raíz de una alteración en la cantidad de genes o cromosomas de un determinado organismo.
En cambio, la Informática asocia el término a la evolución de los virus informáticos, una maniobra de perfeccionamiento que dificulta el proceso de detección de estas amenazas.
Durante el periodo de la adolescencia, asimismo, los seres humanos atraviesan una etapa de mutación que se caracteriza por unos cambios fonéticos que vuelven más grave a la voz.
“Mutaciones” es también el título que se le ha dado a un libro escrito, entre otros profesionales, por el arquitecto de origen holandés Rem Koolhaas que, en el año 2000, publicó la editorial Actar.
Dadas estas múltiples acepciones, se puede advertir entonces que existen muchas clases de mutación. A las mencionadas, podemos agregarle ideas más precisas para profundizar en el alcance del concepto y citar, por lo tanto, expresiones como mutación genética; mutación generadora de síndromes (marco donde se encuadran las las mutaciones cromosómicas, las mutaciones génicas, las mutaciones de cambio de sentido, las mutaciones sin sentido y las mutaciones dinámicas, por citar algunas); mutación con cambios (transformación que consigue agregar o eliminar un nucleótido simple dentro de una secuencia de ADN) y mutación somática (alteraciones que se producen sólo en las células somáticas de un organismo).