La acción y el efecto de razonar (proceso que exige ordenar las ideas en la mente para llegar a una conclusión) se denomina razonamiento. Este concepto, además, hace referencia a la facultad para demostrar algo o persuadir con explicaciones a alguien.
De acuerdo a las características que posea el desarrollo de este proceso mental y el tipo de actividad que se lleve a cabo a la hora de razonar, es posible definir al razonamiento de diversas maneras.
Si los esfuerzos están orientados a la necesidad de dar argumentos, o de expresar con palabras un razonamiento, por ejemplo, se lo encuadrará en el segmento de razonamiento argumentativo, pero si la acción predominante se basa en el análisis de un argumento para determinar su validez o falsedad, se opta por presentarlo como razonamiento lógico o causal.
Dentro del grupo de razonamientos lógicos, asimismo, es posible diferenciar los procesos en razonamientos deductivos (cuando la conclusión se infiere de las premisas evaluadas), los razonamientos inductivos (donde se formulan conjeturas en base a probabilidades) y en razonamientos no deductivos (modalidad en la cual hay sólo probabilidades ya que la naturaleza de las premisas no da por cierta una conclusión).
Cuando se trata de un razonamiento informal o no lógico, en cambio, hay quienes definen al proceso como argumentación.
Para completar las posibilidades de razonamientos que reconocen los expertos, no podemos dejar de mencionar al razonamiento circular, al abductivo, al analógico, al automatizado, al aproximado ni al razonamiento crítico, aunque hay que decir que existen definiciones más específicas en materia de razonamiento.