Los expertos en cuestiones médicas definen como vértigo al trastorno vinculado al equilibrio que le genera a quien lo padece la sensación de que todo lo que lo rodea, incluso su propio organismo, gira y tiene movimiento.
Estos especialistas contemplan varias categorías para darle al cuadro un contexto específico en función de cómo, dónde y con qué particularidades se experimente este problema.
El vértigo de la altura, por ejemplo, provoca temor, inestabilidad e inseguridad en superficies altas ya que el individuo tiene miedo a perder el equilibrio y caer o que otra persona pueda llegar a protagonizar una situación similar.
El vértigo central, por su parte, es un inconveniente que surge de a poco, perdura a lo largo de los días y se mantiene constante. Puede surgir por numerosas razones, ya que está asociado a patologías como la epilepsia, la esclerosis múltiple, infecciones del oído interno, etc. También el vértigo vascular se vincula con este problema.
El vértigo periférico, por su parte, se desencadena de modo repentino (por ejemplo, al hacer un giro brusco del cuello/cabeza o al levantarnos rápido después de estar acostados o agachados) y no se prolonga demasiado (aunque en ciertos casos puede durar algunas horas). Se presenta acompañado por síntomas como náuseas, taquicardia y sudoración.
Cabe resaltar además que el vértigo puede ser espontáneo (y presentarse como un episodio aislado o bien repetirse con cierta frecuencia pero con origen súbito) o provocado (por una posición corporal, un sonido agudo de gran intensidad, a una variación de presión sonora, etc).