Al recorrer un laboratorio, uno de los materiales que encontraremos en cantidad es el tubo de ensayo. Se trata de un elemento transparente de vidrio y formato cilíndrico y alargado que se aprovecha como recipiente para depositar muestras ya sea en estado líquido como en estado sólido.

De ser tubos con resistencia a la expansión, entonces se puede trabajar con ellos en contacto directo con la llama de un mechero Bunsen. Para extracciones de sangre que el laboratorista realiza sobre la vena de un paciente, en cambio, se tiene en cuenta el Vacutainer, tal como se identifica en el circuito comercial a un tubo de ensayo al vacío que posee tapas de plástico blando de diferentes colores para identificar el contenido. Se pueden identificar, además, tubos de ensayo estériles y tubos de ensayo graduados, por señalar otras alternativas.

Claro que, por fuera de estos entornos y sin necesidad de hacer foco en experimentos o investigaciones científicas, se pueden reconocer otras clases de tubos de ensayo. En estos casos, suelen ser de plástico y tener diferentes particularidades (como tapas de metal, tapones de corcho, etc). Se los suele utilizar para realizar artesanías o souvenirs (en casamientos, se los rellena con granos de arroz coloreados; en fiestas infantiles se los regala con golosinas en su interior; se los puede embellecer con flores, cintas de colores o plumas teñidas y obsequiar como “guarda objetos pequeños”, etc). En algunas casas de decoración, además, se pueden conseguir especieros armados con tubos de ensayo, ofreciendo una opción original, estética y práctica para uso cotidiano en el hogar.