Las sustancias nocivas que generan los seres vivos se conocen como toxinas. Este veneno es responsable de provocar diferentes tipos de problemas al tomar contacto con el cuerpo o interactuar con receptores celulares o enzimas.
Hay muchas clases de toxinas que surgen por cuestiones de defensa natural (como ocurre en las plantas, las ranas, las abejas) o con fines de depredación (como en las medusas, las arañas, las serpientes), por eso a continuación vamos a ofrecer detalles acerca de las variedades que pueden identificarse.
Las hemotoxinas, por citar un caso puntual, se propagan por la sangre y dañan los glóbulos rojos y diversos tejidos. Estas sustancias son comunes en las especies venenosas, cuyos ejemplares se valen de ellas para matar a sus presas y transformarlas en un bocado más fácil de digerir. Son útiles, además, a la hora de realizar estudios médicos sobre el sistema de coagulación.
También es posible reconocer a las necrotoxinas, las cuales alteran piel y músculos y generan necrosis en las células que alcanzan. Hay, asimismo, toxinas que surgen a partir de las cianobacterias, así como neurotoxinas que perjudican al sistema nervioso. Si profundizamos la información, hallaremos además casos puntuales de toxinas, como el caso de la diftérica, una exotoxina muy poderosa que, en dosis elevadas, origina una necrosis en el hígado y en el corazón.
Más allá de las clases mencionadas líneas arriba, es interesante tener presente la existencia de las micotoxinas (generadas por distintas familias de hongos), las apitoxinas (aquellas que se relacionan con las abejas) y de las miotoxinas (las cuales desencadenan graves necrosis musculares), entre otras.