A veces, muchos de nosotros evitamos las películas, libros, juegos y cualquier clase de propuesta artística enmarcada en el terror por considerarnos miedosos y no querer, por lo tanto, angustiarnos y sentirnos mal por el pánico, el nerviosismo y el malestar general que nos pueden provocar ciertas cuestiones.

Sin embargo, hay que tener presente que el terror no sólo está presente en el arte: hay muchas formas de padecerlo así como también varían los contextos en los cuales se puede hacer referencia al terror. Saber sus modalidades, reconocer sus interpretaciones e informarse acerca del significado del concepto en cada circunstancia no sólo ayuda a ampliar los conocimientos generales: también contribuye a asimilarlo, a descubrirlo y, por qué no, a evitarlo.

Mientras dormimos, por mencionar una posibilidad, podemos sufrir un trastorno del sueño que se conoce como terror nocturno. Si bien es más frecuente en niños de corta edad, en cualquier momento de la vida uno puede experimentar este problema que suele combinar dificultades para despertar, hiperventilación, crisis de nervios, taquicardia y sudoración.

En cambio, al centrar nuestra atención en contenidos vinculados a la Historia universal podremos reconocer al Terror como parte de un periodo relacionado a la Revolución Francesa. También, en este sentido, podremos identificar al Terror Lila, al Terror Rojo y al Terror Blanco.

Además de los mencionados líneas arriba, existen muchas otras categorías que diversifican y extienden el alcance del término como ocurre con el terror gótico, el terror psicológico y el terror materialista, por citar varios a modo de referencia.