Tejer es un verbo derivado del vocablo latino texĕre que describe la actividad de combinar lana, cordones u otros elementos para formar un tejido o tela. Para desarrollar esta tarea que se puede hacer de forma artesanal (con un telar o utilizando, simplemente, las manos) o industrial (con máquinas o telares mecánicos) existen varias alternativas que influyen sobre el resultado final.
Si bien quienes no tienen experiencia con esta práctica comienzan a tejer con puntos básicos (conocidos como punto revés y punto derecho) hasta adquirir seguridad en el procedimiento que permite diseñar toda clase de prenda de vestir, accesorios y objetos de decoración como bufandas, guantes, sacos, posavasos, etc., hay muchos otros puntos que diversifican la tarea.
Así, entonces, al iniciar un tejido es posible elegir el punto musgo (un punto de carácter reversible con estructura de hilera que, según la firmeza con la que se teja, puede resultar elástico o más duro); el punto jersey derecho (otra de las opciones de mayor sencillez y el más común de todos los puntos para tejer); el punto jersey retorcido o el punto jersey revés, entre muchos otros.
Una vez que se ha tejido bastante y se dominan, por lo tanto, los puntos más simples, es posible complejizar la tarea y obtener resultados más elaborados y profesionales aprovechando puntos como el denominado fantasía calado, el punto garbanzo, el punto inglés, el punto mariposa, el punto burbuja, el punto canasta, el punto canelón y el punto rombos calado, por citar algunas posibilidades a modo de ejemplo.