La vida de todo ser humano está regida por diversas clases de normas que intentan ordenar y forzar un determinado modo de proceder en múltiples ámbitos.
Así, entonces, se pueden hallar normas sociales, normas de calidad, normas deportivas y hasta normas religiosas. Como resulta evidente, aunque posean distintas características y finalidades, las reglas aparecen y tienen importancia en todos los órdenes de la vida.
Por esa razón, siempre es útil e interesante posar la atención sobre las normas y conocer, por ejemplo, qué abarcan y cómo se hacen cumplir las que se consideran de tipo religioso.
Al respecto, se puede señalar que se trata de un conjunto de pautas que surgieron antes que las reglas jurídicas con el propósito de marcar al hombre un camino espiritual correcto. Según aquellos que saben interpretarlas, éstas son conductas que no ideó la humanidad, sino que han sido escritas y/o señaladas por Dios.
A diferencia de otras normas, por lo tanto, las religiosas no se imponen ni existe castigo terrenal concreto si no se las cumple: sólo dependen de la convicción y el amor hacia Dios que sienta cada uno, aunque existen excepciones que se enmarcan tanto en el segmento de norma religiosa como en el de las reglas jurídicas, tales los casos de la indicación de “no robar ni matar”.
Los Diez Mandamientos, por ejemplo, constituyen un tipo de norma religiosa, así como lo son el bautismo, la comunión, el Bar Mitzvá, el casamiento por Iglesia y la circuncisión, entre otras prácticas que se desarrollan a partir de la fe que uno profesa.