El miedo es una realidad que, a los seres humanos, nos toca enfrentar e intentar superar a cualquier edad. Durante la infancia, por ejemplo, es habitual que experimentemos miedo a la oscuridad o a un personaje de ficción, mientras que los adultos pueden llegar a sentir miedo a perder el empleo, miedo a sufrir un hecho de inseguridad, miedo a la soledad, etc.

El miedo al abandono, a viajar en un determinado medio de transporte (como el barco o el avión, por ejemplo), el miedo a ciertos animales (hay quienes les temen a los perros, otros que sienten pánico frente a los ratones), el miedo a la muerte (a la propia y a la de integrantes del círculo íntimo) y el miedo a los duendes (por creer que tienen influencias negativas) son otros de los miedos más comunes.

Los expertos en Derecho, por su parte, apelan a la figura de miedo insuperable para enmarcar un hecho delictivo cometido por alguien que, por temor, vio anuladas sus facultades de raciocinio y decisión, razón por la cual no pudo representarse a sí mismo como generador del delito.

El miedo escénico, en tanto, es el padecimiento que puede llegar a inhibir a una persona a la hora de hablar en público o entrar en contacto con mucha gente. El miedo patológico, por agregar otra posibilidad, es definido como fobia.

Es interesante tener en cuenta además que los miedos, según su naturaleza, pueden definirse como innatos o endógenos (son los que a lo largo de la Historia se transmiten por los genes de generación en generación) y adquiridos o exógenos (surgen de la experiencia individual de cada ser).