Es fundamental adoptar a diario medidas de higiene si uno desea estar siempre limpio, sano y no estar expuesto a gérmenes.
La higiene pública es responsabilidad de las autoridades de cada territorio, ya que deben implementarse estrategias para prevenir enfermedades y mantener los espacios de uso común lo más desinfectados y cuidados posible para darle seguridad a la población en materia de limpieza. La higiene privada, en tanto, es un compromiso de cada individuo, quien tiene que asearse con frecuencia y mantener en buenas condiciones sus lugares de trabajo y residencia para no poner en riesgo la salud.
La higiene de manos, que requiere lavar hasta las muñecas con agua y jabón para eliminar las bacterias, es necesaria antes y después de realizar las necesidades fisiológicas, de manipular, cocinar e ingerir alimentos/bebidas, de estar en contacto con una persona enferma y/o con líquidos corporales, tras estar en un espacio o transporte público, al inicio y al término de la jornada laboral, etc.
La higiene bucodental, en tanto, es esencial para conservar en buen estado el interior de la boca, minimizando el riesgo a contraer caries, de padecer halitosis y de experimentar enfermedades dentales. Cepillar de manera correcta los dientes después de cada comida, utilizar hilo dental, visitar con frecuencia al odontólogo y realizar enjuagues con un colutorio son prácticas que contribuyen a tener una buena higiene.
Más allá de estas alternativas, también hay que prestar especial atención a la higiene sexual y a la higiene industrial, entre otras categorías centradas en la importancia del aseo y la limpieza.