Si buscamos información teórica sobre el concepto de fruto no tardaremos en descubrir que esta palabra no refiere únicamente a una clase de alimento. Aunque a nivel general la variedad más sencilla de identificar sean los frutos secos (los cuales pueden estar protegidos por cáscaras duras como ocurre con las nueces y las almendras o estar desecados, como los dátiles y las pasas de uva), hay muchas otras clasificaciones que amplían el alcance de esta noción.

Cuando se apela a la expresión fruto prohibido, por ejemplo, se busca hacer alusión a aquello que está desaconsejado o que no se autoriza. Desde la perspectiva religiosa, el fruto prohibido para Adán y Eva fue la manzana.

Un hijo legítimo, es decir, descendiente de un matrimonio, en tanto, se define como un fruto de bendición. También se acostumbra desarrollar frases como “Este niño es fruto de un gran amor”.

Los expertos en Derecho, por otra parte, catalogan como frutos civiles a las utilidades que produce algo a partir de su rendimiento económico. En este mismo contexto ganan relevancia expresiones como frutos parecidos o mostrados (aquellos que están en la etapa inicial de su desarrollo), frutos percibidos (aquellos que ya son independientes del lugar de donde han surgido) y frutos pendientes (aquellos que, aunque se han desarrollado, se mantienen vinculados a la cosa que los genera).

En países como Cuba y Venezuela, por indicar otras aplicaciones, es común que se señale como frutos menores a los cultivos generados a escala pequeña y/o que se preparan fritos o hervidos. Los frutos mayores, en cambio, son cultivos a gran escala.