El acto de evolucionar, es decir, de desarrollarse y progresar, se define como evolución.
Los seres vivos, integrantes de diferentes especies que desde tiempos remotos habitan el planeta Tierra, evidenciamos transformaciones a lo largo de distintas generaciones como resultado de la evolución biológica. Dentro de este grupo podemos distinguir, por ejemplo, a la evolución humana que nos ha permitido a los hombres y mujeres tener tanto una apariencia como una estructura diferente respecto a nuestros ancestros más antiguos. De centrar la atención en logros, conquistas y cuestiones relacionados directamente con la especie a la cual pertenecemos, también podremos tomar conciencia de la evolución cultural, a la evolución social, a la evolución lingüística y la evolución tecnológica que han influido en nuestras costumbres y modos de vida.
La evolución molecular, por su parte, hace que las especies se diferencien a nivel genético de sus antepasados. Asimismo, es posible marcar evoluciones convergentes en estructuras con similitudes que evolucionaron de forma independiente y evoluciones divergentes.
Los expertos en Astronomía, en tanto, definen como evolución estelar al proceso de transformación que cada estrella experimenta durante toda su existencia.
Para ampliar la información sobre los alcances de esta noción y dar cuenta de sus múltiples aplicaciones, señalaremos además que existen especialistas en diferentes disciplinas y ciencias que trabajan sobre la evolución cuántica, la evolución concertada, la evolución en mosaico, la evolución en paralelo, la evolución ofimática, la evolución política, la evolución artística, la evolución geológica, la evolución orgánica y la evolución deportiva por mencionar otras alternativas a modo de referencia.