El concepto de biodiversidad, también conocido como diversidad biológica, apunta a describir las variedades de vegetales y animales que se reconocen dentro de un ecosistema y que interactúan con otras especies y medios enriqueciendo así al planeta con numerosas formas de vida.
La relación de cada organismo con otro así como con el entorno que lo rodea, ya sea una superficie terrestre, un entorno acuático y/o el aire, son aspectos fundamentales en el estudio de la diversidad biológica.
Quienes se especializan en esta temática, por lo general, identifican tres niveles para analizar y abordar la biodiversidad. Uno es el de la diversidad intraespecífica o genética, donde se pone el foco de atención en cómo se distribuyen los genes para establecer una variedad de genotipos.
Otro es el de la diversidad sistemática o específica, marco en el cual se centra la atención en la multiplicidad de genomas o sistemas genéticos propios de cada especie y un tercer nivel es el de la diversidad ecosistémica, en el cual ganan relevancia la pluralidad de las comunidades biológicas y su rol en la composición de la biosfera.
Resulta interesante mencionar además que, cuando se hace alusión a la idea de diversidad ecológica, se dirige la mirada hacia la diversidad interna de cada ecosistema, definida por la cantidad de especies que se desarrolle en él y el equilibrio logrado en materia demográfica. Los investigadores, a su vez, trabajan sobre tres campos: el de la diversidad alfa o local, el de la diversidad beta o diferente según cada área estudiada y el de la diversidad gamma o regional.